miércoles, 22 de junio de 2016

Recursos retóricos

Los recursos retóricos

 Pasamos a ver los principales recursos retóricos (insistimos que solo los principales, hay muchísimos más). Los recursos se clasifican según los distintos niveles de la lengua, de este modo los estudiaremos atendiendo al nivel fónico, nivel semántico y  nivel morfosintáctico.

Los recursos fónicos
Producen un efecto sonoro que capta la atención del lector e intensifica además el contenido. Los más frecuentes son:
·         La aliteración: Repetición de uno o varios sonidos en el mismo verso o línea  con la intención de sugerir un efecto sensorial. Ej.: con el ala aleve del leve abanico (Sonatina, R. Darío).
La repetición de “l”, “a” y “e” produce un efecto distinguido y juguetón acorde con el tono del poema del que forma parte el verso.
·         La onomatopeya. Hay dos tipos de onomatopeyas:
– Cuando las palabras tratan de recrear sonidos naturales. Ejemplo: ” el tic-tac del reloj”, ” la vaca hizo muu“. 
– Es también un tipo de aliteración que trata de sugerir sonidos naturalesPor ejemplo:
“En el silencio sólo se escuchaba / un susurro de abejas que sonaba” (Garcilaso de la Vega), donde la combinación de las eses trata de imitar el zumbido de las abejas.

Recursos semánticos
      Son aquellos recursos que buscar realzar las palabras basándose en su significado. Los más usados son:

·         El epíteto es un adjetivo explicativo que acompaña al sustantivo. Normalmente va delante del sustantivo y sirve para embellecer o matizar su significado, y normalmente no es imprescindible para la comprensión del texto. Por ejemplo.

Mediaba el mes de julio. Era un hermoso día.
Yo, solo, por las quiebras del pedregal subía,
buscando los recodos de sombra, lentamente.
A trechos me paraba para enjugar mi frente
y dar algún respiro al pecho jadeante;
o bien, ahincando el paso, el cuerpo hacia delante
y hacia la mano diestra vencido y apoyado
en un bastón, a guisa de pastoril cayado,
trepaba por los cerros que habitan las rapaces
aves de altura, hollando las hierbas montaraces
de fuerte olor —romero, tomillo, salvia, espliego—.
Sobre los agrios campos caía un sol de fuego (…)

(Campos de Castilla, A. Machado)

·         La metáfora consiste en denominar una cosa con el nombre de otra porque de alguna manera entre ambas hay una relación de semejanza. Tradicionalmente al hablar de metáfora identificamos la relación ente un término real «R» (dientes) y un término imagen o imaginario «I» (perlas): “Cegado por el brillo de las perlas de tu boca”

Tipos de metáforas
1. Metáfora impura
Consiste en identificar el término real con el imaginado, ambos están presentes en el texto y para la comparación no se emplean nexos. «R» es «I»: “Tus dientes (R) son perlas (I)” O bien, «R» de «I»: “Boca de fresa”, “Cabello de oro” I de R: “Perlas de dientes”
2. Metáfora pura
No aparece el término real. «I» por «R»: “Las perlas (I) de tu boca”.
3. Metáfora lexicalizada o lingüística
Las metáforas lexicalizadas son de uso común en la lengua corriente. Están tan arraigadas en el idioma que no somos conscientes de que hablamos empleando metáforas:
“Planta del pie”, “hoja de papel”, etc.
La traslación de un significado o un término por otro es un tipo de recurso muy empleado en literatura. La principal figura retórica de este uso es, como acabamos de ver, la metáfora, pero hay otros recursos de carácter metafórico muy usados como son:
–      La comparación o símil
–      La metonimia
–      La sinécdoque
–     El símbolo
–     La alegoría
–     La imagen

–     La comparación o símil. Consiste en establecer una relación de semejanza entre dos términos: término real y la imagen como sucedía con la metáfora impura, la única diferencia es que el símil emplea nexos: como, que, de, como que, tal y como, etc. Ejemplo: “Espadas como labios” 

–   La metonimia y la sinécdoque.
Es francamente difícil fijar el límite entre estas dos figuras, se parecen mucho, tanto que a veces se confunden.
–         La metonimia designa algo con otro nombre basándose en una relación de contenidos o causa-efecto. Por ejemplo, nombrar el cuadro por el nombre del autor, o el vaso de vino por el nombre del vino:
Hay un Picasso expuesto en el museo municipal (en vez de un cuadro pintado por Picasso)
Todos los días leo a Pío Baroja (en vez de los libros de Pío Baroja)
            Me bebí un jerez (un vino producido en la zona de Jerez)

–         La sinécdoque es muy parecida como decimos, consiste en nombrar a la parte por el todo o viceversa. Es decir, para referirse a un hombre que es rubio, solo se hace referencia al color de su pelo (el rubio fue el último en salir del bus).
Ejemplo: (…) en el corredor se agrupan, bajo la luz de una candileja, pipas, chalinas y melenas del modernismo (Luces de Bohemia, Ramón del Valle-Inclán).

–     El símbolo, como la metáfora, establece una relación entre un término real y uno imaginado. En el símbolo, el término real es un concepto abstracto, que es sustituido por un elemento concreto. Pero entre ambos términos, al contrario que sucedía en la metáfora, no hay una relación de parecido, sino que el poeta o la tradición le han asignado esa relación, por ejemplo, el color blanco= pureza; el caballo= fuerza, pasión; la luna= muerte.
En conclusión: el símbolo suele representar conceptos trascendentales como la vida, la poesía, la pasión, la muerte, el amor, etc. con palabras cotidianas que tienen un significado diferente del que tienen en la lengua común.
                                                  
Ejemplo: ¡No lo toques ya más, / que así es la rosa! La rosa simboliza al poema en estos versos de Juan Ramón Jiménez.

–     La alegoría es difícil establecer la diferencia entre una alegoría y una metáfora. La alegoría también se basa en la relación entre un término real y uno imaginado, las principales diferencias son
·         En la alegoría no hay una relación de semejanza.
·         En la alegoría hay una sucesión de términos reales (R1, R2, R3… ) implícitos o no que se relacionan con su correspondiente cadena de términos imaginados (I1, I2, I3…).
·         La alegoría normalmente representa una idea por medio de figuras humanas, animales o de seres inanimados. Esto es muy claro en teatro cuando saltan a escena personajes alegóricos.
·         En poesía, lo normal es que la alegoría se manifieste como una sucesión continuada de términos imaginarios de manera que la alegoría es una parte o el poema en su totalidad. 
Ejemplos de alegoría son los famosísimos versos de Manrique (que llevan explícitos los términos reales, aunque esto no suele ser lo normal), “nuestras vidas son los ríos/ que van a dar en la mar/ que es el morir”
También todo el poema puede estar formado por una sucesión de metáforas y por tanto por una alegoría. En este ejemplo, Juan Ramón Jiménez describe su creación poética por medio de una alegoría que abarca todo el poema:
vino, primero, pura,
vestida de inocencia
y la amé como un niño
luego se fue vistiendo
 de no sé que ropajes
y la fui odiando, sin saberlo
llegó a ser una reina
fastuosa de tesoros…
¡qué iracunda de yel y sin sentido!
Mas se fue desnudando
y yo le sonreía
se quedó con la túnica
de su inocencia antigua
creí de nuevo en ella
y se quitó la túnica
y apareció desnuda toda…
¡oh pasión de mi vida, poesía
desnuda, mía para siempre!

–   La imagen es el término general de este grupo, o sea toda figura que, como el símil, la metáfora, la metonimia, la sinécdoque, el símbolo o la alegoría, consiste en la sustitución de un término real por otro imaginario.  Sin embargo, solemos hablar de imagen solo cuando la sustitución no se ha basado en una relación objetiva o aceptada culturalmente, sino en algún elemento subjetivo e irracional creado por la imaginación del poeta (se emplea mucho en las poéticas de vanguardia, claro). Ejemplo:

Con una cuchara
arrancaba los ojos a los cocodrilos
y golpeaba el trasero de los monos.
Con una cuchara.
Fuego de siempre dormía en los pedernales,
y los escarabajos borrachos de anís
olvidaban el musgo de las aldeas.     (Federico García Lorca)

·         La hipérbole es una exageración muy grande, desmesurada. Ejemplo: Erase un hombre a una nariz pegado (Quevedo)

·         La antítesis o contraste es la unión de dos palabras, frases o versos en cada uno de los cuales se expresan ideas de significado opuesto o contrario (antítesis propiamente dicha). Normalmente decimos que se trata de contraste cuando se enfrentan impresiones subjetivas e indefinidas.  Ejemplos:
“Yo velo cuando tú duermes, yo lloro cuando tú cantas.”
“Cuando quiero llorar no lloro/ y a veces lloro sin querer”
“Es tan corto el amor/ y tan largo el olvido”

Otras figuras importantes basadas en el enfrentamiento de significados y/o términos contrarios son el oxímoron y la paradoja.

·         El oxímoron es la confrontación de palabras de sentido opuesto que parecen excluirse mutuamente, pero que en el contexto se convierten en compatibles.  Ejemplos:
“¡Oh muerte que das vida! “
hielo abrasador, es fuego helado,/ es herida que duele y no se siente

·         La paradoja es una figura del pensamiento y, por tanto, invita a la reflexión. Consiste en la unión de dos ideas que en un principio parecen contrarias e irreconciliables, pero que en el contexto tienen sentido y se hacen compatibles.   Ejemplos:
“Vivo sin vivir en mí / y tan alta vida espero, / que muero porque no muero.”
“Era tan pobre/ que no tenía más que dinero”

Por tanto la diferencia entre el oxímoron y la paradoja está en que el primero enfrenta términos excluyentes y la paradoja ideas, pero la oposición en ambos casos es solo aparente y en el contexto se hace compatible.

·         La personificación consiste en atribuir cualidades humanas a seres inanimados o irracionales. Ejemplos:
“La noche está estrellada/ y tiritan azules los astros a lo lejos”
“El viento de la noche gira y canta
·         El juego de palabras. Hay cuatro recursos destacados en este apartado global que llamamos juegos de palabras:
–  El calambur
–  La dilogía
–  La paranomasia
–  El retruécano
–   El calambur consiste combinar palabras o las silabas de las palabras, de modo que la combinación resultante produzca un nuevo y sorprendente  significado. Ejemplos:
“Entre el clavel / y la rosa, / su majestad / escoja”
(atribuido a Quevedo y en referencia a la cojera de la reina= es coja)
“¡Diamantes que fueron antes/ de amantes de su mujer!”
“Oro parece/ plata no es” (acertijo infantil, la palabra oculta= plátano)

–  La dilogía consiste en utilizar palabras homónimas o polisémicas con dos o más sentidos al mismo tiempo. Ejemplos:
“Salió de la cárcel con tanta honra, que le acompañaron doscientos cardenales; salvo que a ninguno llamaban eminencia”
 (Quevedo)
Cardenales = autoridad eclesiástica y también el hematoma producido por un golpe.
“Cruzados hacen cruzados,/ escudos pintan escudos,/ y tahúres muy desnudos/ con dados ganan condados,/ ducados ganan ducados/ y coronas Majestad./ ¡Verdad!” (Góngora)

–   La paronomasia es el empleo próximo de palabras parónimas, es decir, que tienen casi la misma forma, solo cambia algún fonema. Ejemplos:
“Si escuchas mis gritos gratos,/ póngame tu musa mesa,/ siendo el/ combate convite/ donde mi fe viva beba

–   El retruécano es la inversión de los términos de una frase en otra que le sigue. Ejemplo:
“¿O cuál es más de culpar,/ aunque cualquiera mal haga,/
la que peca por la paga/ o el que paga por pecar?“ (Sor Juana Inés de la Cruz)

·         La ironía es decir lo contrario de lo que se piensa. Es decir, se entiende lo contrario de lo que las palabras parecen indicar. Para que la ironía cumpla su objetivo es fundamental el contexto o los datos que comparten  emisor y receptor pues de otro modo se podría interpretar el mensaje en sentido literal y esa no era la intención del emisor.  Ejemplo:
(odias las matemáticas pero dices) “Hoy tengo mates… ¡El verdadero amor de mi vida!”
Si la ironía tiene un tono insultante, cruel e hiriente se denomina sarcasmo.

·         La sinestesia es relacionar una cualidad sonora, visual o en general sensitiva con un elemento que no tiene dicha cualidad. Ejemplos.
Ahora que tocan los ojos,/ que miran las bocas, / que prueban las manos(Joaquín Sabina)
·         La perífrasis consiste en dar un giro expresivo para referirse a una persona, animal o  cosa, sin nombrarlos.  Ejemplo:
“allegados son iguales /los que viven por sus manos/ y los ricos” (los pobres, los humildes).

Recursos morfosintácticos
Son estos una serie de recursos que  juegan con el orden de las palabras, las repeticiones, la omisión de palabras, con su forma, etc., como veremos.
·         La anadiplosis es la repetición de palabras al final de un verso y al principio del siguiente. Destaca el significado de la palabra repetida. Ejemplo:
“ideas sin palabras / palabras sin sentido.”
·         La epanadiplosis es la repetición de una misma palabra al principio y al final de una frase o  verso. Ejemplo:
Verde que te quiero verde.”
·         La concatenación consiste en iniciar el verso con la palabra o palabras finales del anterior. Ejemplo:
“sobre el corazón un ancla/ y sobre el ancla una estrella/ y sobre la estrella el viento / y sobre el viento la vela”. (Rafael Alberti)
·         La anáfora es la  repetición de una palabra o grupo de palabras al comienzo de varios versos o de varias oraciones. Ejemplo:
“Y paso largas horas oyendo gemir al huracán (..)/ y paso largas horas gimiendo como el huracán”.
·         La geminación es la repetición de una palabra o grupo de palabras.
·         La enumeración consiste en disponer palabras también cláusulas o periodos según su orden de importancia o según un criterio de gradación. Ordena y destaca la información. Ejemplo:
goza cuello, cabello, labio y frente,
antes que lo que fue en tu edad dorada
oro, lilio, clavel, cristal luciente,
no sólo en plata o vïola troncada
se vuelva, mas tú y ello juntamente
en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada. “

·         El hipérbaton consiste en cambiar el orden lógico de los elementos de una oración. Durante el renacimiento y el barroco se empleó mucho este recurso, que en ese momento buscaba imitar la lengua latina situando el verbo al final de la frase.  Ejemplo:
en medio el campo/ mira tu blanca frente el lilio bello” (Góngora)

·         El paralelismo es la repetición de la misma estructura gramatical en dos o más versos. Ejemplo: “Y la vida que tienta con sus frescos racimos/ y la muerte que espera con sus fúnebres ramos” (Rubén Darío)
·         El polisíndeton consiste en la repetición constante e innecesaria de nexos. Ejemplo:
“Porque Él era sólo el viento/ que mueve pasa y no mira.” (Dámaso Alonso)
“¿Y ríe y llora y aborrece ama/ y guarda un rastro del dolor y el gozo”
·         El asíndeton es lo  contrario del caso anterior, consiste, por tanto, en la eliminación de nexos. Ejemplo:
“La veleta, la cigarra.
Pero el molino, la hormiga.
Muele pan, molino, muele.
Trenza, veleta, poesía. ”  
(Dámaso Alonso)

·         El pleonasmo es la repetición del contenido redundante o innecesario desde el punto de vista informativo, pero aumenta la expresividad del texto. Ejemplo:
“Temprano madrugó la madrugada.”
·         La elipsis se basa en la omisión de uno o varios miembros de la oración porque se sobreentienden. Ejemplo:
“Por una mirada, un mundo; / por una sonrisa, un cielo;/ por un beso… ¡yo no sé! qué te diera por un beso!” (con la coma se elide te daría en los tres primeros versos).
·         La interrogación retórica es una pregunta de la que no se espera una respuesta, porque la pregunta ya contiene implícitamente su contestación o porque nadie puede conocer la respuesta. 
Ejemplo:
“¿Temes que se te sequen los tristes rosales del día? / ¿Las tristes azucenas letales de tus noches?”.

martes, 7 de junio de 2016

COSMOGONÍAS COMPARADAS

COSMOGONÍAS COMPARADAS

Cosmogonía griega

La Mitología griega está compuesta por un conjunto de relatos que recogen las creencias, y ritos, de la civilización helena sobre el origen del universo y del hombre. La recopilación de leyendas abarca todas las conocidas desde que comenzó a configurarse la cultura griega hacia el año 2000 a.C. y alcanzó su pleno desarrollo en el siglo VIII a.C. con la aparición de la Teogonía de Hesíodo y los poemas homéricos Ilíada y Odisea.

El origen de las leyendas debe situarse, sin duda, en una época anterior a la ocupación de la península griega por los diversos pueblos helenos según se desprende del paralelismo existente con las mitologías mesopotámicas y hurritas.

LA TEOGONÍA DE HESÍODO

De todos los relatos cosmogónicos griegos, la Teogonía de Hesíodo es la obra mejor conocida. Está escrita entre finales del siglo VIII y comienzos del VII a. C., y es la principal fuente inspiradora de toda la mitología helena. Hesíodo recopiló los mitos religiosos y organizó la genealogía divina, tocando como tema secundario la formación del universo pues, como él mismo indicaba en su poema, estaba más interesado en estudiar la «estirpe de los inmortales» que el proceso de formación de los elementos cósmicos.

Mircea Eliade, el escritor rumano especializado en mitologías, distingue cuatro fases en la obra de Hesíodo:

1ª.- La primera habla de la existencia de Caos, y más tarde de Gea, la Tierra, Eros, Urano, el Cielo, y la primera generación divina.

2ª.- En la segunda se describe la castración de Urano por su hijo Cronos.

3ª.- La tercera expone cómo Rea logra evitar que Cronos devore a su hijo Zeus, quien ya de mayor toma el poder.

4ª.- En la última se narra la Titanomaquia, es decir, el enfrentamiento de Zeus y los dioses contra los Titanes.

El poeta, que inició su obra con una invocación a las Musas para que lo inspiraran e instruyeran, describió la experiencia como un encuentro místico con los dioses, de lo que podría deducirse que quizá tuvo alguna vivencia de tipo religioso en la cual algún ser divino se apareció a un mortal y le transmitió determinados conocimientos.

 

LA CREACIÓN GRIEGA

En un principio sólo existía el Caos como un espacio insondable en el que surgiría la materia primigenia y el impulso que propiciaría la atracción entre sus elementos.

En el Caos se originaron:

Gea, la Tierra, como aposento de todos los entes.

Tártaro, el inframundo, situado debajo de Gea.

Eros, el principio que fomentaría la interacción entre los componentes de la materia.

Del Caos nacieron Nix, la noche y Érebo, las tinieblas, consistente en una región oscura donde habitaba la muerte. Ambos se unieron y engendraron a Éter, la luz y Hemera, el día.

Gea concibió por sí sola a Urano, el Cielo, para que la cubriera totalmente y fuera el refugio de los dioses. Más tarde originó a Ponto, el mar, y las altas montañas, como morada de dioses y ninfas.

Hesíodo narra el mito de la creación según el cual Urano acudía cada noche a cubrir a Gea engendrando a seis titanes, Océano, Ceo, Crío, Hiperón, Jápeto, Cronos, y seis titánides, Febe, Mnemosine, Rea, Tea, Temis, y Tetis, así como a los Hecatonquiros, gigantes de cien brazos y cincuenta cabezas, y a los Cíclopes, gigantes de un solo ojo.

Urano avergonzado por el aspecto de sus hijos menores, los encerró en el Tártaro regocijándose de su perversa acción y provocando así el enfurecimiento de Gea, quien solicitó la ayuda de los Titanes para liberar a sus hijos y vengarse de Urano. Sólo Cronos, el más joven, accedió a su petición y recibió como arma una hoz de pedernal tallada por su madre. El titán se enfrentó a su padre y lo castró con la hoz arrojando los genitales y la herramienta al mar.

De la herida de Urano salpicó sangre que fue recogida por Gea y de ella nacieron las Erinias, furias vengadoras, las Melias, ninfas de los fresnos, y los Gigantes, que fueron exterminados más tarde por los dioses con la ayuda de Hércules.

La hoz, al caer al mar, dio origen a la isla de Corfú y los genitales, en su choque contra el agua, produjeron una espuma de la que nació Afrodita. Tras obtener la victoria, Cronos encerró en el Tártaro a Urano junto con los Cíclopes y Hecatonquiros, a quienes también temía.

El Titán se unió a su hermana Rea y ocupó el puesto de regidor del universo. Entonces, Gea y Urano vaticinaron que Cronos sería a su vez depuesto por uno de sus propios hijos y, para evitar su destino, fue devorando a sus cinco primeros descendientes según iban naciendo.

Rea, al conocer los actos de Cronos, urdió un engaño y cuando nació su sexto vástago, al que llamó Zeus, sustituyó el niño por una piedra envuelta en pañales entregándosela a su esposo, quien, sin percatarse de la suplantación, la deglutió.

Zeus se crió en Creta y al llegar a la edad adulta fue informado de lo sucedido y, ayudado por su madre, hizo tomar un revulsivo a su padre quien regurgitó a sus hijos. A continuación, Zeus liberó a los Hecatonquiros y a los Cíclopes de su encierro en el Tártaro y estalló la guerra entre los Titanes y los seguidores de Zeus.

 

TITANOMAQUIA

Con este nombre se conoce la serie de batallas libradas durante once años entre la segunda y tercera generación divinas existentes muchísimo tiempo antes de que naciera la humanidad. Se enfrentaron los Titanes, cuyo cuartel general se ubicaba en el monte Otris (Tesalia), y los olímpicos, llamados así porque su puesto de mando estaba situado en el monte Olimpo (ubicado entre Tesalia y Macedonia).

La facción de los Titanes estaba comandada por Cronos e incluía a Ceo, Crío, Hiperión, Jápeto, Atlas, Epimeteo, Prometeo y Menecio, aunque los tres últimos cambiaron de bando durante la contienda. Océano y las Titánides permanecieron neutrales.

El contingente olímpico estaba dirigido por Zeus y contaba con Hestia, Hera, Deméter, Hades y Poseidón. Además, los olímpicos recibieron la ayuda de los Cíclopes, quienes construyeron los rayos de Zeus, un tridente para Poseidón y el casco de invisibilidad de Hades, y de los Hecatonquiros, que eran capaces de lanzar cien piedras al mismo tiempo utilizando sus cien manos. También parece que la ninfa Estigia y sus hijos lucharon junto a los dioses del Olimpo.

Las huestes de Zeus derrotaron a los Titanes y los vencidos fueron encerrados en Tártaro bajo la vigilancia de los Hecatonquiros. Como Urano, el Cielo, casi se había derrumbado sobre la Tierra a causa de las catástrofes provocadas por el enfrentamiento, Zeus dispuso que Atlas, hijo de Jápeto y uno de los más activos en el bando de los Titanes, fuera duramente castigado a soportar sobre sus hombros el peso del Cielo y la Tierra durante toda la eternidad. Alguna versión consideraba que Cronos no fue encerrado en el Tártaro sino que consiguió huir.

Tras su victoria. Zeus se convirtió en el nuevo dios supremo y el universo, como botín de guerra, se dividió entre los vencedores. Se hicieron tres partes y Zeus y sus hermanos, Poseidón y Hades, se lo repartieron al azar colocando las tres porciones en un yelmo de donde cada uno extrajo la suya. A Zeus le correspondió el cielo, a Poseidón el mar y a Hades, el Inframundo. La Tierra y el Olimpo fueron declarados territorio común a los tres.

El mito de la Titanomaquia representa el conflicto generacional divino, que se halla presente en diversas mitologías de todo el orbe y cuyos ejemplos más significativos pueden ser las guerras de los Aesir contra los Vanir en la mitología escandinava, el poema mesopotámico Enuma Elish, la narración hitita de “La realeza de los cielos”, etc..

 

Cosmogonía inca

Al igual que otras muchas civilizaciones, los incas trataban de explicarse el mundo donde vivían y justificada por esta pretensión surgió su mitología, que no resulta homogénea debido a la diversidad de leyendas.

Los incas, como la mayor parte de las civilizaciones primitivas, eran politeístas, pero sus dioses no se encontraban todos al mismo nivel. En la cúspide podemos encontrar a Viracocha, dios creador, y a Inti, dios del Sol. Tras ellos, aparecían divinidades de menor categoría representativas de las fuerzas de la Naturaleza.

 

LA PRIMITIVA CREACIÓN

En una época muy lejana, cuando aún no se había iniciado el cómputo del tiempo, sólo existía un dios innominado y tres elementos primordiales: tierra, agua y fuego. El dios sintió el impulso de crear el universo y lo formó con los tres materiales primigenios diseñando tres planos que constituían las partes de un todo indisoluble.

El plano superior, llamado Janan Pacha, fue designado como morada de los dioses, quienes eran brillantes y tomaron el aspecto del Sol, de la Luna, de las estrellas, de los cometas y de todo cuanto luce en la bóveda celeste. En la parte inferior de dicho plano moraban los dioses del rayo, del relámpago, del trueno, del arco iris y de todas las cosas que únicamente los dioses pueden explicar.

El plano intermedio, conocido con el nombre de Cay Pacha, fue ocupado por los humanos, los animales, las plantas y, en general, por todos los seres vivos, incluidos los espíritus.

El plano inferior, cuyo nombre era Ucu Pacha, quedó reservado para los muertos.

Los tres planos estaban intercomunicados por medio de unas vías especiales que permitían el acceso entre ellos. Al mundo superior podía acceder el hijo del Sol, el Inca o príncipe, el Intip churín. Desde el inferior se podía ascender al intermedio a través de unas puertas especiales llamadas “pacarinas” que solían identificarse con los conductos naturales por los que brotaban las aguas, con las cuevas, grietas y volcanes. Uno de los mitos relataba cómo por una de estas vías llegaron los humanos, los gérmenes que dieron origen a los animales y las semillas que hicieron brotar las plantas.

 

LA CREACION DE VIRACOCHA

La leyenda de la creación del Universo por Viracocha era posterior a la primitiva y la sustituyó definitivamente. El nuevo mito otorgaba al dios todopoderoso la facultad de crear todo lo visible e invisible. La creación de Viracocha comenzó en Tiahuanaco, situada en las orillas del lago Titicaca, donde fue tallando en piedra las figuras de los primeros seres humanos y colocándolas en las correspondientes pacarinas para que, conforme les iba imponiendo un nombre, fueran adquiriendo vida en la oscuridad reinante en el mundo primigenio, en el que únicamente existía la luz procedente de Titi, un animal salvaje y brillante que vivía en la cima del mundo. (Las representaciones de este ser mitológico parecían una mezcla del jaguar con otros animales). El mundo estaba aún en tinieblas porque Viracocha otorgó prioridad a la creación de los seres humanos sobre la luz. Tras quedar satisfecho con la creación de los hombres, el dios prosiguió su proyecto colocando en el firmamento el Sol, la Luna y las estrellas hasta cubrir la bóveda celestial. Después, Viracocha abandonó Tiahuanaco y se dirigió al norte, camino de Cacha, para, desde allí, llamar a su lado a las criaturas creadas.

Al partir de Tiahuanaco, Viracocha había delegado las tareas secundarias de la creación en dos dioses menores, Tocapu Viracocha e Imaymana Viracocha, quienes emprendieron inmediatamente las rutas del Este y del Oeste de los Andes, para dar vida y nombre a los animales y plantas que iban haciendo aparecer sobre la faz de la tierra. La misión que les había encomendado el dios creador principal terminaría cuando llegaran a las aguas del mar donde debían internarse hasta desaparecer.

 

LA REBELION DE LOS HUMANOS

Los humanos, al igual que en otros muchos mitos, no se mostraron agradecidos ante la bondad del dios y desatendieron su llamada desde Cacha para que lo acompañaran. El dios, entristecido ante la desobediencia, decidió castigarlos enviándoles una lluvia de fuego para purificarlos y recordarles quién tenía el poder. La lluvia de fuego que salió de las entrañas de la tierra a través de los volcanes de Cacha llenó de pavor a los humanos, quienes pudieron contemplar como su torpe conducta había ocasionado la destrucción del maravilloso entorno y puesto en peligro su propia existencia. Ante ello, se arrepintieron de su pecado y solicitaron la clemencia del dios. Éste, con gran satisfacción por el arrepentimiento de sus criaturas, se dirigió, junto a ellos, a Cuzco donde estableció su reino delegando el poder en Allca Huisa, que fue el primer Inca designado por la voluntad divina y el fundador de la estirpe incaica.

LA CREACIÓN SEGÚN LA CULTURA DE TIAHUANACO

Pedro Cieza de León (s. XVI d. C), en su obra “Crónica del Perú”, recogía las leyendas que le contaron sus guías aymaras sobre Tiahuanaco. Según éstas, la ciudad fue construida antes del diluvio en una sola noche por gigantes que vivieron en la ciudad en palacios monumentales y que fueron exterminados por el dios del Sol por no hacer caso a una profecía de los adoradores del dios.

Las leyendas contaban que:

“En un principio no existía nada sobre la Tierra, pero un día llegó la vida desde el cielo a bordo de grandes piedras humeantes que cayeron por toda la superficie terrestre. La vida traía escrito en el lenguaje de los dioses los seres que había de crear y esas criaturas ocuparon la tierra, el mar y el aire. También apareció el ser humano con forma semejante al actual, pero con una inteligencia muy limitada porque la vida había cometido un error de diseño al no interpretar correctamente las instrucciones de los dioses. Los humanos carecían de habilidades y vivían en cavernas vistiendo pieles de animales y hojas de árboles. Todos los seres de aquel tiempo tenían grandes dimensiones.

Las divinidades contemplaron la creación y vieron que la obra, en general, estaba bien concebida y realizada, pero no era perfecta debido a la escasa inteligencia de los humanos y, entonces, decidieron enviar a Oryana para corregir los errores.

Oryana era una diosa que procedía de las profundidades del universo y se asemejaba a las mujeres que poblaban la Tierra excepto en que tenía unas orejas muy grandes y su cabeza era cónica. Para aumentar la inteligencia de los humanos, cuando llegó a la Tierra, mezcló su vida con la de algunos terrícolas y dio a luz a setenta criaturas, todas ellas con un cerebro idéntico al suyo, capaz de aprender todo cuanto le enseñaran. Oryana enseñó a sus hijos a hablar dándoles su lenguaje sagrado y comunicándoles que habían sido creados a semejanza de los dioses y que debían conservar aquella lengua, el Jaqui Aru, sin alterarla porque era común a todos y debía servir para utilizar la inteligencia de la que ahora disponían.

Mientras enseñaba muchas cosas a sus hijos, ellos construyeron una ciudad a la que llamaron Taipikala, imitando el modelo de la ciudad de donde procedía su madre. Aprendieron a fabricar las bebidas procedentes de la fermentación de las nuevas plantas que, como el maíz, les había proporcionad Oryana y a obtener la miel producida por la abeja, un insecto que también vino con ella. Del mismo modo les enseñó a trabajar los metales, a hilar, a tejer, a estudiar el cielo, a calcular, a escribir, etc. y cuando todo estuvo bien encauzado, la diosa se marchó.

Transcurrieron los milenios y los descendientes de Oryana, u Orejona, como se la llamaba a causa sus grandes orejas, poblaron el mundo construyendo ciudades y estableciendo culturas por todo el planeta. Pasaron muchas eras, pero el Jaqui Aru se conservó sin modificación alguna y todas las civilizaciones sabían utilizar el poder que contenía. Sin embargo, con el tiempo y a pesar del mandato de Oryana, fueron apareciendo variaciones en lugares distintos que provocaron la incomprensión entre los pueblos y la pérdida de los antiguos conocimientos. La humanidad, en general, dejó de utilizar los poderes de su cerebro perfecto, aunque, en realidad, nunca habían llegado a conocerlos en su totalidad. Pero en Taipikala se mantuvo la lengua de Oryana y, por respeto, siguieron insertándose orejeras de oro en los lóbulos y deformándose los cráneos hasta dejarlos en forma cónica, como el de ella. Por ello la ciudad se convirtió en un centro muy importante y los yatiris fueron los guardianes de la vieja sabiduría.

En aquel mundo no había ni hielo ni desiertos, ni frío ni calor, no había estaciones y el clima era siempre templado. Una cubierta de vapor de agua envolvía a la Tierra y la luz llegaba de forma amortiguada. El aire era más rico y las plantas crecían durante todo el año no siendo necesario sembrar ni cosechar porque siempre había abundancia de todo. Y existían todos los animales mucho más grandes que los actuales, al igual que las plantas.

Pero un día, siete enormes rocas se precipitaron desde el cielo golpeando la Tierra con tanta fuerza que se alteró el eje del planeta y las estrellas cambiaron de lugar en el firmamento. Los impactos de las rocas produjeron enormes nubes de polvo que oscurecieron el Sol, la Luna y las estrellas quedando el mundo envuelto en una densa oscuridad. Los volcanes entraron en actividad expulsando grandes cantidades de humo, cenizas y lava, al tiempo que violentos terremotos destruían las construcciones dejando todo asolado. La lava volcánica teñía todo de rojo fuego provocando heridas que no cicatrizaban y envenenando las aguas al contacto con los vapores tóxicos. El fuego abrasaba los árboles y las hierbas y las aguas de muchos ríos se evaporaron dejando secos sus cauces. Se desataron huracanes ardientes que devastaban todo cuanto encontraban a su paso. Los humanos y animales buscaban refugio en las cuevas y en los abismos, huyendo de la muerte, pero muy pocos lo consiguieron.

Unos días más tarde, sobrevino un frío intenso seguido por abundantes lluvias que causaron inundaciones que apagaron los incendios. Y apareció la nieve. Y todo ocurrió tan rápido que muchos animales quedaron enterrados en el hielo. Precedidas por un tremendo fragor, las gigantescas olas marinas cubrieron la tierra arrastrando hasta las cumbres de las montañas los restos de los animales muertos. Había comenzado lo que los pueblos del mundo llamaron el diluvio.

Llovió durante casi un año sin descanso. A veces, cuando el frío era muy intenso, la lluvia se convertía en nieve y, luego, volvía a llover y el agua seguía inundándolo todo. Desde el día que había comenzado el desastre no había vuelto a verse el sol. Se perdió el contacto entre pueblos y ciudades y no volvió a saberse nunca más de ellos, como tampoco a verse a muchos animales y plantas que antes eran abundantes y que se extinguieron en aquel período. Sólo quedó su recuerdo en algunos relieves de Taipikala y los escasos supervivientes de la gran tragedia lo se encontraban débiles, enfermos y aterrorizados. La Tierra había sido destruida y se hacía necesario reconstruirla.

Pasado mucho tiempo, la nube oscura que cubría el mundo se retiró y la cubierta de vapor de agua que cubría la Tierra desapareció. Dejó de llover y los rayos del Sol llegaron entonces a la superficie con toda su potencia, produciendo grandes quemaduras y desecando el suelo hasta dejarlo yermo. Lentamente, los seres vivos se fueron adaptando a aquella nueva situación y la vida volvió a escribir sobre lo que había quedado según sus eternas instrucciones. Sin embargo el cambio en la inclinación del eje de la Tierra había hecho que los años fueran cinco días más largos y que aparecieran las estaciones obligando a sembrar y recolectar en épocas concretas del año, lo que, a su vez, significó la alteración de la forma de vida y del calendario. También se reconstruyeron las ciudades, Taipika entre ellas, pero los seres humanos estaban muy débiles y el trabajo resultaba agotador. Los niños nacían enfermos y con deformaciones, muriendo la mayoría en los primeros años de vida. La Tierra se rehizo con relativa facilidad y la naturaleza tardó poco en reconstruirse a partir de sus propios restos, pero los seres humanos y algunos animales necesitaron siglos para recobrar la normalidad, comprobando que, con el paso del tiempo, sus vidas se iban acortando y que sus hijos y nietos no llegaban a desarrollarse con normalidad.

Los yatiris tuvieron que asumir la responsabilidad, al menos en su territorio, de recuperar la autoridad para acabar con el caos y la barbarie en la que había caído la humanidad. Inventaron ritos y nuevos conceptos, explicaciones sencillas para calmar al pueblo ya que sólo ellos conservaban el recuerdo de lo que había existido antes y de lo sucedido.

El mundo volvió a poblarse, aparecieron nuevas culturas y nuevos pueblos que tenían que volver a empezar sin nada y luchar duramente para sobrevivir. Los yatiris, y su pueblo, pasaron a llamarse los aymara, el pueblo de los tiempos remotos, porque sabían cosas que los demás no comprendían y porque conservaban su lenguaje sagrado y su poder. Hasta los Incap rúman, cuando llegaron a Taipikala para unirla a Tiwantisuyu conservaban en parte el recuerdo de quienes eran los yatiris y los respetaron.

 

Cosmogonía nórdica

El caos, la oscuridad y la confusión reinaban en el Universo cuando surgió, en su centro, un abismo de infinita profundidad, en cuyo interior existían unas temperaturas tan bajas, que todo cuanto caía en él se congelaba al instante. El abismo recibió el nombre de Ginnunga y dividía al Universo en dos partes.

Al norte se encontraba Niflheim, un mundo de agua, hielo perpetuo y oscuridad, donde manaba la fuente Hvergelmir de la que fluían los doce ríos conocidos como Elivagar, cuyos cursos terminaban en el abismo helándose sus envenenadas aguas al acercarse al mismo y formando inmensos bloques de hielo que lo iban llenando.

Al sur, existía un mundo de fuego y luz perpetua llamado Muspellheim donde habitaba Surtr, el gigante de fuego, que fue la primera criatura viviente. Surtr poseía una espada llameante y con ella lanzaba grandes lenguas de fuego sobre el abismo helado, formándose elevadas columnas de vapor que, al chocar contra el hielo, se transformaban en escarcha. De ella, nació una figura andrógina que se llamó Ymer, el primer gigante, y Audhumbla, una enorme vaca de cuyas ubres surgían cuatro chorros de leche, que servían para alimentar a Ymer. Audhumbla no tenía con qué alimentarse y buscando en el borde de la oscuridad encontró sustento chupando constantemente unos enormes cantos rodados salobres recubiertos de escarcha. Y así, lamiendo durante tres días, hizo aparecer una noble forma andrógina dotada de gran belleza y poder. Recibió el nombre de Bure o Buri, el productor, y fue el creador de la raza de los Aesir, dioses dominantes de la mitología nórdica.

Ymer, tras saciarse de la leche de Audhumbla, cayó en un profundo sueño y una lengua de fuego de la espada de Sturtr le hizo sudar. Bajo los pies de Ymer salió un hijo monstruoso de seis cabezas, Thrudgelmir, que fue el antecesor de los gigantes malignos del hielo. Tras el alumbramiento, Ymer despertó.

Bure engendró, consigo mismo (partenogénesis), un hijo llamado Bor, quien tomó por esposa a la giganta Bestla. De esta unión nacieron tres hijos: Odín, Ve o Hoenir y Vili, también conocido con el nombre de Lodur. Odín fue el principal dios Aesir.

Ymer y su hijo sintieron una profunda aversión hacia los dioses y pronto estalló la guerra entre ellos.

El conflicto bélico, que duró una eternidad, finalizó cuando Odín y sus hermanos vencieron al gigante Ymer ocasionándole grandes heridas por las que manó tanta sangre que el resto de los gigantes, excepto Bergelmir y su esposa, murieron ahogados

Los dos gigantes supervivientes huyeron y encontraron un lugar llamado Jotunheim, tierra de gigantes, donde procrearon una nueva raza educándolos en el odio hacia los Aesir.

Los Aesir crearon el mundo con el cadáver de Ymer. Con su sangre hicieron los océanos y los ríos, con su piel Midgard, la tierra, con los huesos las montañas, con las muelas las rocas, con los dientes los acantilados, con el vello la vegetación, con el cráneo el cielo y con el cerebro las nubes. La Tierra fue colocada entre el hogar de los dioses y el de los gigantes para permanecer separados y estaba sostenida sobre los hombros de cuatro enanos llamados Nordi, Sudri, Austri y Vestri (los cuatro puntos cardinales).

Con las dos mayores centellas de Muspellheim, los dioses hicieron el Sol y la Luna, colocándolos sobre dos carros que se turnarían en su giro incesante sobre Midgard. La carroza de la noche era guiada por Nott, hija del gigante Nörfi, y la del día por Dagr, hijo Delling y Nott. Ambas carrozas, para mantener viva la pugna constante entre el bien y el mal, serían eternamente perseguidas por los dos lobos Skoll y Hatri, encarnaciones vivientes de la repulsión y del odio, que trataban de alcanzarlos, sin conseguirlo más que en alguna rara ocasión, los días en que había eclipses de Sol o de Luna y la Tierra se sumergía en oscuridad. Los astros únicamente serían devorados cuando llegara el Ragnarok o Apocalipsis final. Hrímfaxi, era el caballo que tiraba de la carroza de noche y cada mañana caía sobre la Tierra el rocío y la escarcha procedentes de la espuma que se formaba en su boca al trotar. El caballo que arrastraba la carroza del día se llamaba Skinfaxi, y tanto la Tierra y como el Cielo eran iluminados por el resplandor de sus crines y la luz que producían sus cascos al chocar contra el camino.
Más tarde, al cortejo celestial se le fueron añadiendo las seis horas, y las dos grandes estaciones, el invierno y el verano, quedando así terminada la construcción de la Tierra.

Los dioses pensaron crear unos seres especiales para poblar Midgard y al encontrar dos árboles caídos, un fresno y un olmo, decidieron que de ellos nacerían los seres humanos. Odín les dio la vida, Vili los dotó de espíritu y sed de conocimientos y Ve les otorgo el don de los cinco sentidos. El primer hombre, Ask, procedía del fresno y la primera mujer, Embla, nació del olmo, y los Aesir los colocaron en el Midgard para que vivieran.

Al cabo del tiempo nacieron distintas criaturas de la descomposición del los restos del cuerpo de Ymir. Unos eran enanos malvados y repugnantes y los Aesir los desterraron a Svartafheim, mundo subterráneo de Midgard, donde podían cavar en busca de las gemas y metales preciosos que tanto valoraban. Si salían a la superficie, se convertirían en piedra.

Las otras criaturas eran los duendes o elfos, cuyo espíritu era amable y gentil y su aspecto de gran belleza. Habitaron en un lugar llamado Alfheim, pero disfrutaban de la posibilidad de acceder libremente al Midgard.

Tras la construcción de Midgard, los dioses decidieron edificar su propia morada a la que llamaron Asgard, el hogar de los ases. Para unir los mundos de los dioses y de los hombres crearon, a modo de puente, un arco iris de fuego para que los gigantes de la escarcha no pudieran cruzarlo y al que dieron el nombre de Bifröst.

En Asgard cada dios poseía su propio hogar. Odín, el dios principal, tenía tres palacios: el Gladsheim, la sala de reuniones, el Valaskialf, donde estaba su trono llamado Hlidskialf; y el Walhalla o sala de los muertos escogidos. Éste era un enorme palacio con 540 puertas por las que podían cruzar 800 hombres al mismo tiempo. Las puertas servían de entrada a una gran sala cubierta de espadas tan brillantes, que por sí solas iluminaban la estancia. Su luz se reflejaba en el techo artesonado de escudos de oro, y en los petos y mallas que decoraban los bancos. Sobre su techo caminaba la cabra Heidrun, que comía las hojas de Yggdrasil, el árbol de la vida, y de sus ubres manaba el hidromiel que bebían los moradores. Era un paraíso donde llegaban los guerreros muertos en combate (Einheriar) traídos a lomos de sus caballos por los doce Valkirias o Vírgenes Guerreras de Odin. Ellas eran las encargadas de conducir a los guerreros al Walhalla, cabalgando a través del Bifröst, y de curar las heridas que sufrían en los enfrentamientos diarios mantenidos entre sí como entrenamiento para la última batalla que se librará en el Ragnarok, el día del fin del mundo o crepúsculo de los dioses.

Perecer en combate era la muerte noble por excelencia, mientras que morir de vejez o por enfermedad era una deshonra. Cuando se entablaba una batalla en el Midgard, Odín enviaba a las Valkirias, que hacían una selección entre los más valerosos guerreros, éstos eran los Einheriar.

En el Valhala, los Einheriar comían carne del jabalí Saehrimnir, que era sacrificado y se regeneraba milagrosamente todos los días, y se bebía aguamiel.

Una vez saciados, luchaban en el patio unos contra los otros hasta que el cuerno sonaba de nuevo y deponían las armas. Las heridas sanaban inmediatamente bajo los cuidados de las Valkirias, y los combatientes, como buenos amigos, volvían de nuevo a otro banquete.

Las personas que no morían en batalla y los guerreros muertos en combate, pero no seleccionados por las Valkirias, no entraban al Valhalla sino que eran enviadas al reino de Hel (diosa de los muertos, hija del dios del fuego Loki ), donde reinaba la oscuridad y la sombra.

 

LOS NUEVE MUNDOS

Junto a los Aesir, dioses del cielo que se ocupaban de los asuntos espirituales, existía otro grupo de dioses, los Vanir, divinidades del mundo real, que se dedicaban a los aspectos materiales.

Su origen era nebuloso y se conocían distintas versiones sobre él. Por una parte existía la creencia de que podrían ser descendientes de Ymir al haber nacido, tal como los elfos, de los restos en descomposición del gigante. Alguna Edda sugería que eran elfos de categoría superior y que, con el paso del tiempo, llegaron a diferenciarse incluso en el mundo en que residían. Los dioses Vanir habitaban el reino de Vanaheim.

Otra versión estimaba que Njord y Nerthus fueron, posiblemente, las deidades fundadoras y principales de los Vanir, que constituirían la más antigua religión escandinava y que más adelante sería sustituida por una nueva, cuyos dioses dominantes fueron los Aesir.

Los Vanir eran dioses de la fertilidad, el mar y la prosperidad. Mientras que los Aesir fueron dioses guerreros, los Vanir generaban riqueza y protegían la fecundidad, el placer y la paz. Poseían un profundo conocimiento sobre las artes mágicas y podían predecir el futuro. Practicaban la endogamia y el incesto, relaciones que no eran bien vistas entre los Aesir. Por ejemplo alguna versión establecía que Frey y Freya eran hijos de Njord y su hermana Nerthus. Esta costumbre se extendió a los seres humanos y generó conflictos cuando los cristianos intentaron convertir a los paganos nórdicos. El culto a los Vanir era predominante en comunidades pesqueras.

Así, pues, existían nueve mundos o reinos distintos

Helheim, el reino de los muertos.

Svartalfaheim, el reino de los enanos o elfos de las tinieblas.

Niflheim, el reino primordial oscuro y de hielo.

Jotunheim, el reino de los gigantes.

Midgard, el reino de los hombres.

Vanaheim, el reino de los Vanes o Vanir.

Alfheim, el reino de los elfos de la luz.

Asgard, el reino de los dioses.

Muspelheim, el mundo primordial de fuego

Todos los mundos estaban ubicados en un gran fresno llamado Yggdrasil, el árbol de la vida, cuya muerte significaría la destrucción total del Universo. Yggdrasil sostenía el cielo y en su copa vivía un águila, con un gavilán entre sus ojos llamado Vederfolner. La ardilla Ratatosk (diente roedor) recorría el tronco transmitiendo noticias e insultos entre el águila y el dragón o serpiente Nidhug. Cuatro ciervos corrían por sus ramas lanzando el rocío acumulado en ellas sobre el Midgar desprendiéndolo con sus patas. Yggdrasil tenía tres raíces. Una se dirigía hacia el pozo de Urd situado en Asgard, otra se orientaba hacia el pozo de Mimer que estaba en Jotunheim y la tercera se encaminaba hacia la fuente de Hvergelmir (caldera rugiente) del mundo Niflheim.

El pozo de Urd estaba vigilado por tres Norns, doncellas, encargadas de sacar agua del pozo para regar Yggdrasil. Las Norns, llamadas Urd (pasado), Verdandi (presente) y Skuld (futuro) eran las diosas que decidían el destino de los hombres. El pozo de Mimer o Mimir, era el pozo de la sabiduría y la inteligencia y contenía todo el conocimiento atesorado desde el principio de los tiempos. El que bebiera agua del pozo recordaría el pasado y conocería el futuro. En la fuente Hvelgelmir se encontraba la serpiente Nidhug, que intentaba, sin descanso, derribar el árbol de la vida royendo su raíz.

Yggdrasil tenía tres planos. En el superior se encontraba Asgard, el reino de los dioses celestiales. En el segundo plano estaban los mundos de Midgard, reino de los hombres, Vanaheim, reino de los dioses Vanir, y Elfheim, mundo de los elfos de la luz. En el plano más inferior se encuentran los dos mundos primigenios, Niflheim o reino de la oscuridad y del hielo y Muspellheim, el reino del fuego y de la luz. Además de ellos estaban Jotunheim, mundo de los gigantes de la escarcha, Helheim, mundo de los muertos, gobernado por la diosa Hel y a donde iban los muertos no escogidos por la Valkirias y cuyas puertas estaban guardadas por el perro de tres cabezas llamado Garn. Y finalmente, Svartalheim, mundo de los enanos o elfos de la oscuridad que tenía la particularidad de que todo cuanto se creaba en él, se representaba en Midgard.



Extraído de https://josealbertojimenez.wordpress.com